lunes, 13 de abril de 2020

Os presento a Ana Merino y su Testimonio de una bruja

En las montañas de Boone 
la niebla de la tarde 
es como el humo espeso 
de un infierno de llamas apagadas. 

Bajo diez metros de nieve 
le prometí a mi conciencia 
esconder los secretos 
que inventan los adultos
 cuando no se resignan 
a vivir una vida 
y quieren el aliento de las otras. 

Mi corazón de azúcar 
se lo daré a una niña 
que llamaba a mi puerta 
una vez por semana, 
y quería venderme la Biblia 
comentada por un pastor de lobos. 

Con mi pelo podrán rellenar 
seis almohadas 
donde las pesadillas 
se mezclen con el ansia. 

Mis uñas se las daré 
a la hija del barbero 
que siempre anda 
buscando cuchillas afiladas 
para cortarle la lengua 
a los que rumorean por la espalda. 

Que mis escamas sirvan 
para hacer gelatinas y pigmentos, 
que el ocre de mi sangre 
mezcle bien con los óleos. 

Con mis cejas pinceles 
con los rizos de venus algún filtro de amor 
para entendidos que luego 
se equivocan de mujer. 

Con mis pies pisapapeles 
para bibliófilos y anticuarios, 
para poder patear sus muebles y sus libros,
y así desordenarles el rincón de su alma 
y que enfermen de miedo, 
y que deban tomar bebedizos 
de hiel con valeriana. 

Con los labios de mi boca 
un encendedor para fumadores compulsivos 
que saben a alquitrán 
y tratan de esconderlo
con pastillas de menta.

Que mis colmillos les sirvan a los joyeros 
para fabricar cajitas de marfil, 
anillos de pedida, colgantes o pendientes, 
y que los niños jueguen a las tabas con mis huesos. 

Con las niñas de mis ojos 
un reloj de bolsillo para un poeta gótico 
que ande obsesionado con el tiempo. 

Con las líneas de mi mano 
que hagan una brújula 
para el viajero perdido 
que trata de encontrar la fuente de la edad. 

Con mi saliva una red 
para cazar mariposas, 
con mi risa una rosa 
que se marchite al mirarla. 

Y para los Reyes Magos un último deseo, 
que cada seis de enero 
me dejen los regalos 
a los pies de mi tumba.

 [foto: Alison Scarpulla]

Creamos poemas a partir de imágenes. Alison Scarpulla (María Díaz)

En la cama me acosté y 
en un bosque me desperté.
Parecía que llevase allí años.
Tiempo después más gente encontré.
Estaban todos como yo,
no sabían cómo habían acabado allí,
pero sabíamos que no volveríamos
a salir. 

(María Díaz, 2º C)


Un nuevo comienzo. II parte (Valeria Solís)


(Quiero aclarar que ya sé que el personaje es sordomudo. En la historia va a parecer que habla por el signo del diálogo, pero en realidad, ella está escribiendo en un papel y el personaje con quién habla también le escribe por papel. Gracias y disfrutad :))

Miré por la ventana. A ver qué me depara el destino. ¿Llegaré a Londres? ¿Qué será de mi padre? ¿A qué instituto iré en Londres? Dudas por resolver.

-Alice, como veo que estás sola, mi hijo se sentará al lado tuyo.
- Espera, ¿qué? No, no hace falta. Estoy acostumbrada a estar sola, además que me gusta.
- Anda no seas tímida. Que mi hijo no muerde.
- Lo que me faltaba - dije en mi mente
-Hijo, ven. Te sentarás con tu nueva amiga.
- Está bien lo que sea, pero que no me hable durante el vuelo.
¿Perdona? Tu padre me ha puesto conmigo para que hablemos, no para que me ignores. A ver, tampoco es que me interesara su vida, pero quería conocerlo…
- Oye, ¿por qué eres tan frío?
-No me conoces. Siempre he sido así con la gente, y más con las chicas…Me pongo nervioso cuando hay una chica conmigo.
-Entonces, ¿cómo tienes novia?
- Porque ella se declaró y yo no pude decir que no.
- Pero, ¿la quieres?
- No, para nada. Pero como te dije, no podía decir que no.
- Tu padre se cree que la quieres…
- Pues sí, pero que se crea lo que quiere. Además, él sabe que soy muy sensible con las chicas. Se me hacía extraño que creyera eso. Bueno, me estoy rompiendo la mano de tanto escribir. Mira concéntrate en tus cosas y yo en las mías, ¿vale?
- Lo siento, pero no tengo otra manera de hablarte.
- Ya. Pues no es mi culpa que seas sordomuda…
…Me quede en blanco…No, no era mi culpa…Se me saltaron algunas lágrimas…
-Alice, espera…No, no quería decir eso. Te lo prometo. Soy muy frío contigo, princesa
Sí, sí excusas. Espera… ¡¿QUÉ ME HA LLAMADO!? Mira, mejor no escribo nada, que si no la liamos…

Bueno, estábamos a punto de aterrizar. Eran las diez de la mañana. No era un vuelo muy largo, pero para mí, fue eterno. No paraba de pensar en lo que me dijo Mark: princesa. Y, ¿si le gusto? Bueno a mí también me gusta un poco…
Llegó la hora del aterrizaje. Estaba temblando, pero de repente…Sentí una mano…
-Si tienes miedo, dame la mano. No te preocupes…
¿Desde cuándo Mark es así conmigo? Primero, le caigo mal. Después, me llama princesa. Por último, me agarra la mano. ¿De qué va este chaval? 

-Ves no ha sido para tanto. Tal vez no has estado en un avión, ¿no, princes…? ¡¿DIGO!? ¿Alice?
- ¿Estás bien? Te veo nervioso.
- No, no. Solo que…
Madre mía… ¡MUY CERCA!
-Perdona, de verdad. Me puse nervioso. Es que te me haces un poco bonita… ¡PERO! Solo un poco.
-Venga chicos, ya llegamos. Mark, trae a tu novia.
Vale. Esto se está volviendo una catástrofe. ¿Le gusto a Mark? No me lo creo… Serán los nervios. ¿Quién se fijaría en mí? Nadie…Mejor no me ilusionó.
Saliendo del aeropuerto, estaba mi tía. Le di un fuerte abrazo.
-Alice, preciosa, ¿cómo has estado?
-Bien, gracias, tía
- ¿Qué tal con tu novio?
-Mark, no es mi novio, tía…
- Pues ojalá lo fuéramos…
- ¿Qué has dicho Mark?
- ¡NADA!, ¡NADA!, papá
Mark es un cotilla. Ha leído el papel dónde le escribí eso a mi tía…
-Alice, cariño, te tengo una sorpresa que lo llevarás toda tu vida. Súbete al coche y lo verás…
¿Una sorpresa que lo llevaré toda la vida? Estoy deseando ver qué es....
Llegamos a un hospital. Era el hospital más bonito que había visto. Nos acompañaban Mark y su padre, todavía. Entramos y esperamos en una sala muy bonita. Dudé un poco… ¿Por qué estábamos aquí? Yo no estoy malita de algo… Mark y yo nos pusimos a jugar con unas tablets que había. No paraba de mirarme el pervertido ese. Nos llamaron para entrar. ¿Mi tía ya había pedido cita? Esto me está dando miedo, más que Mark y sus miradas hacia mí.
-Bienvenidos. Por favor Alice siéntate aquí.
Wow. El doctor ya sabía que era sordomuda y ya tenía su presentación preparada. Me senté con mucho nervio…
-Hola, Alice, soy el doctor Ramírez. Tranquila no te voy a hacer daño, solo te voy a cambiar la vida… Ya sé que eres sordomuda. Lamento mucho que hayas sido así. No me gusta ver gente que no puede ni oír ni hablar. Tu novio tiene que estar muy triste y preocupado por ti…
Ya estamos… ¡QUE MARK NO ES MI NOVIO! SÍ, ME GUSTA, PERO NO SOMOS NOVIOS. Cuántas veces lo tengo que repetir…
-Bueno voy al grano. Toma…Esto es para ti. Póntelo en el oído…Espero que funcione…
Me lo puse como pude porque no tenía ni idea.
-¿Me oyes, Alice?
N-no…puede…ser. Estoy escuchando…Mamá, escucho…Ojalá vieras esto…
Me tiré al suelo, llorando de felicidad. Nunca olvidaré este momento… Caroline, estoy escuchando… Por fin… “las cosas anteriores han pasado”.
-Alice, ¿me escuchas?
-Sí, Mark, te escucho.
-Te quiero…
-Y yo…
Nos abrazamos, todos nos abrazamos. Es el mejor día de mi vida. Todavía sigo mudo, peo estoy feliz porque la gente solo me llamará “muda”, no “sordomuda”. Un paso más y llegaré a tener una vida normal…

El doctor examinó sobre por qué estaba muda. Nos dijo que no estaba muda del todo. Que había mejorado. Le dijeron a mi tía. Que me ayudara a intentar, al menos, hacer ruidos, no importaba lo extravagantes que sean. Y después, intentar decir palabras.
¡QUÉ FELICIDAD!
Pero, no todo es felicidad y risas… Mark y su padre se iban a vivir a otro lado de Londres, a la otra punta… No…
Mientras mi tía y el padre de Mark hablaban, yo estaba con Mark en un banco…
-Alice, ahora que me puedes oír, te quiero decir algo, pero no me respondas…Eres…preciosa. Eres la persona más especial que he conocido. En este poco tiempo te has vuelto muy especial para mí… Por eso te quiero decir que…TE AMO. Te quiero mucho y te voy a echar mucho de menos, princesa…
No pude resistirme lloré, con él. Nos dimos un beso y un abrazo. Te voy a extrañar muchísimo, Mark. También se ha vuelto alguien muy especial para mí…

Cuando se subió al coche, no pude resistirme…Les seguí, pero no mucho porque no corro tan rápido y DIJE:
“E-EL A-AMOR N-UN-NCA F-ALLA”
Mark se fue, pero vi su cara de asombro y vi como lloraba al verme decir eso en voz alta. Adiós…
Por supuesto mi tía también estaba alucinando.
Al día de hoy estoy muy agradecida. Me hubiera gustado que mi mamá y Caroline hubieran visto lo que hecho y lo que me ha pasado… Las quiero ver…

Solo quiero decir…GRACIAS. De verdad, muchísimas gracias… Sé que ahora vienen nuevos retos, nuevas metas. Mi padre…estará bien.
Y seré feliz, de eso estoy segura... porque ya no soy “SORDOMUDA”

(Valeria Solís, 2º C)

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