sábado, 28 de marzo de 2020

Cuidado con los sueños

Si esta noche soñamos que nos despertamos, desayunamos, nos lavamos la cara y no nos dejan salir; nos cepillamos los dientes y entonces nos sentamos a leer, a elegir una película entre mil, y cogemos un bolígrafo para dibujarnos la mano, y chocolate con almendras; y no nos dejan salir.

Y al despertarnos, desayunaremos, nos lavaremos la cara y no nos dejarán salir; nos cepillaremos los dientes y entonces nos sentaremos a leer, a elegir una película entre mil, y cogeremos un bolígrafo para dibujarnos la mano, y chocolate con almendras; y no nos dejarán salir.

Y si la siguiente soñamos que no nos dejan salir.

Y al despertanos tampoco nos dejarán salir.

Y todo esto ya lo hemos pasado.

Entonces estaremos viviendo doblemente confinados.
Y el tiempo se multiplicará.
Y el tiempo dicen que es una cuerda que se tuerce, se tambalea, se desenreda y se conecta de nuevo. Y tendremos ese tiempo en los sueños y ese tiempo en la cuerda entre las manos.

Así que tened cuidado.

La casa de las diez habitaciones (Ismael Saidi)


Cerca del vecindario hay una casa abandonada llamada la casa sin fin, los chicos la llaman así porque ninguno de ellos se ha atrevido a recorrerla entera; aquí es cuando comienza la historia de Davis, el chico que fue retado a recorrer la casa y, si lo conseguía, le prometieron 500 dólares. El chico no era especialmente valiente pero esos quinientos dólares eran muy jugosos…

Al día siguiente todos estaban listos. Davis entró con fingida decisión que se pudo notar luego, sus amigos se fueron a la parte de atrás de la casa para verle salir mientras uno vigilaba la puerta central. Davis vio que cerca de la entrada habían creado una especie de pasaje del terror y él tenía que seguir los números para llegar al final.

Cuando entró en la habitación 1 no pudo evitar reír: habían puesto una decoración con esqueletos, telarañas…Si todas las habitaciones fueran así, sería hasta divertido. Al entrar en la número 2, la casa había mejorado bastante. Había una máquina para crear humo, luces que creaban sombras…En la 3 había insectos reales, dentro de la cuarta entró en una habitación vacía completamente: aquí estuvo largo rato buscando una explicación hasta que un puente apareció sin más. La quinta y la sexta eran lo mismo: estaban vacías pero con un foco iluminándolo, en la séptima se sumió en una oscuridad tan profunda que no podía ver sus manos. Sabía aun así que alguien estaba con él en la habitación y eso no le hacía mucha gracia. Con angustia comenzó a arañar una de las paredes, con la esperanza de llegar a la siguiente habitación. No pensaba en seguir jugando, sino en salir de esa maldita casa. 

La siguiente habitación le empezó a romper por dentro. Pensó que estaba loco.

Vio a un chico parecido a él sentado en una silla. Tardó bastante tiempo en comprender que, si no mataba a su clon, no saldría jamás de allí. Y así hizo. Su clon empezó a desvanecerse y el foco se apagaba lentamente…Permaneció inmóvil horas, o días. 

Pudo ver un pasillo que le guiaba hacia una puerta sin número. Al atravesarla descubrió que había regresado al vestíbulo: había un cartel felicitándole y un fajo de billetes sobre una mesa. Comenzó a reír compulsivamente, pero aún rio más al descubrir que en su casa había un gran número diez en la puerta. 

(Ismael Saidi, 2º C)

Una luz para el camino (Jorge Bofill)


Un chico llamado Juan está enamorado de una chica que apenas conoce, pero a él eso le da igual ya que su amor le cierra los pensamientos. Lo malo es que aquella chica ya tiene novio y eso a él le fastidia sobremanera pero no se da por vencido, 
cada vez se aleja más su pequeña oportunidad.


Se dejaría la vida por ella pero sabe que será imposible ganar esta batalla pero eso le da igual. Fue sincero, algo que hizo que lo poco que la conocía lo alejase, pero él sigue sin rendirse, sabe que rendirse sería lo lógico, no quiere ya que la sigue amando: sabe que su camino será oscuro pero no se rendirá. 

Tiene una pequeña luz para pasar el largo y doloroso camino oscuro pero no se rendirá ya que la ama y pase lo que pase se levantará de sus caídas, sean dolorosas o ligeras, ya que si se rinde habrá perdido la oportunidad que tiene. 

Aunque todo esté contra él, que poco a poco la desesperanza le iba conquistando, pero él sabe que rendirse sería la pérdida de todo así que si su camino le lleva a la muerte  por ella, está dispuesto a todo.


Un día no se pudo levantar pero ahí estaba ella para levantarlo.

(Jorge Bofill, 2º C)






Palma de la mano (Alicia)


Piensa que cuando nacimos creció el mundo.
Cada uno con un pequeño mundo debajo de los pies.
Y le dábamos forma,
resbalábamos sobre él abriendo paquetes de helados,
ocupando las plazas como si fueran nuestra propia casa;
gobernando entre los que se balanceaban en los columpios y caían sobre la tierra.

Pensadlo.

Yo cabía en la palma de una mano. Tú probablemente también.

Pensadlo.

Cada uno con un pequeño mundo debajo de las suelas y del velcro.
Como acróbatas o bailarines que no tienen miedo de los dientes afilados que esperan abajo.
Como artistas que dan vueltas viendo la red encima de sus cabezas y la nada en las puntas de los dedos de los pies.
Me hacía coletas y las coronaba con horquillas que pinchaban un poco. Pequeñas uñas de plástico con purpurina desfragmentada.

Yo cabía en la palma de una mano. Tú probablemente también.
Y ese mundo rodaba lleno de agua y colmado de peces que se vaciaban en las plazas mientras comíamos los helados y vigilábamos a los vasallos que medían menos que nosotros.
La sociedad y las alturas.
Y poco a poco el mundo fue trepando por los muslos,
la columna de la espalda y su cuerda de cristal,
y llegó hasta los hombros.
Y ahora lo llevamos en una mochila que no recuerda a aquella donde estaba nuestro nombre y número de chándal.

Pero hubo un tiempo en el que cabíamos en la palma de la mano.

Pensadlo. 

(Alicia)

Sobre lo que es este blog: artículo en las redes

En Liberoamérica acaba de salir un artículo sobre lo que hacemos por aquí.


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