Me siento ahogado. Tiemblo del dolor interno que padezco.He estado tanto
tiempo guardándolo que ahora no puedo contenerlo más, necesito
vengarme. La venganza, parece lo único que me han enseñado en toda mi
vida.
Trato de destacar, pero él... él siempre está ahí para mirarme de reojo y aguardar hasta que tenga fuerza para volver.
Lo asumo, solo soy un niño malcriado que necesita atención... solo soy un niño... solo... solo...
Rompo
el espejo, un gran estruendo alarma a mi familia de los siguientes
actos, mi mano sangra. Con una mueca de ira que inunda mi cara, recojo
un trozo del espejo roto. Asomo la muñeca por debajo de la túnica y una
lágrima desciende por mi mejilla cual río por una colina. Tiemblo.
Grito. Pataleo. Salgo del cuarto de baño y encuentro a mi padre en el
sillón leyendo el periódico. No se ha molestado siquiera en averiguar la
causa de mis gritos. Su cabello largo y blanco se esconde por detrás de
su espalda. Cojo con cada vez más fuerza el pedazo de espejo, le miro,
me mira. Me arrodillo y pronuncio las siguientes palabras: "Tú eres el
verdadero villano de mi historia".
Lanzo
el arma hacia su cuello, él no sangra ni una gota de lo que ha sangrado
mi alma en todo este tiempo. Terminé con mi ira, pero un sentimiento de
culpa cruza mi mente. Lo ignoro y trato de convencerme de que he hecho
lo correcto, aunque en el fondo sé que no es así.
Una vez más, todos verán mis errores y no mi dolor.
Belén Blanco, 2º D
¡Qué bonito, Belén!
ResponderEliminarEstá genial Belén
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQué chulo, Belén
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