Escuchaba voces, sentía como alguien me acariciaba cuidadosamente la
mano y cómo sus lágrimas tocaban mi piel al resbalar por su rostro.Todo ello me
resultaba familiar, incluso había vivido todo lo que ellos decían y conocía a
muchas de las personas que ellos nombraban.
Me empecé a dar cuenta de que día tras día alguien hablaba cerca de mí o
movía algún cable que tenía pegado a mi cuerpo. Era extraño, yo entendía todo
lo que ellos me decían, intentaban que me moviera o abriera los ojos, pero no
conseguía reaccionar. Llevaba esperando más de tres añoshasta que un día oí un
pitido largo y profundo. Por unos segundos se formó un gran revuelo, gente
corriendo, llorando, asustada, y eso fue lo último que escuché.
¡Qué maravilla!
ResponderEliminarMe encanta
ResponderEliminarMe ha gustado mucho
ResponderEliminar