Caminando
entre mis penurias
pensando que todo se acaba.
Me sentía sola y abandonada.
Nadie
comprendía mis dolencias
Me
sumergía en un lago,
sin
saber dónde depararía;
estaba
cansada, agotada
decidí
no recordarlo
Era
evidente:
estaba
cerca de mi muerte
ya
mis risas no perduran:
heridas
que nunca se curan
(Valeria Solís, 2º C)
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